AMBIENTE SOCIOCULTURAL 

La fenomenología inicia como una crítica a la teoría del conocimiento de carácter psicologista que dominaba en la época según la cual el conocimiento es un hecho psíquico. Poco a poco esta crítica dará paso a una nueva teoría. El punto de partida es el concepto de intencionalidad de la conciencia. La conciencia es intencional, es conciencia de algo, pero dicha intencionalidad no pertenece al nivel de los fenómenos psíquicos, sino a nivel lógico-objetivo. El conocimiento es apertura al objeto y supone una visión subjetiva del mundo. Esta es la clave para hacer compatible la objetividad exigida por la ciencia, realismo, con el rigor trascendental necesario para la filosofía, el idealismo. La filosofía se convierte en una ciencia rigurosa. Husserl lo pensó así y piensa que la filosofía tiene que ser verdadera ciencia: que su objeto de estudio debe ser evidente y que sus cuestiones se puedan decidir apelando a la experiencia. Se sitúa dentro de la tradición racionalista y cree que corrigiendo los errores la filosofía se vuelve ciencia universal.
 
LA FENOMENOLOGÍA COMO MÉTODO Y COMO DOCTRINA 

Husserl encuentra en la fenomenología el camino para elevar la filosofía a la categoría de ciencia estricta, de saber fundamental y definitivo acerca del mundo. Plantea la necesidad de referir las ciencias particulares a una que las fundamente. La conciencia sería la encargada de este trabajo. La fenomenología emprende la investigación de los contenidos de la conciencia, que por su intencionalidad elabora su propio mundo lleno de significado y valor. El mundo de las conciencias es un mundo de esencias, retirado del mundo de los hechos. Constituye una nueva realidad a la que se accede a través de un método. El punto de partida es la suspensión de todo juicio en el que se coloca entre paréntesis este mundo con nosotros inclusive. Permite acercarnos a los hechos, libres de prejuicios, de presupuestos, de ideas preconcebidas, para encontrar su esencia en la desnudez de la conciencia. Una vez logrado aquello, se comienza a eliminar o purificar elementos accesorios para centrarnos únicamente en la cosa misma en toda su pureza, reducida a su unidad esencial. Este proceso reductivo comprende tres etapas sucesivas:

1. Reducción existencial. Hecha la suspensión de los juicios el mundo se vuelve un fenómeno, pura presencia de algo en la conciencia del sujeto que conoce.

2. Reducción eidética. Consiste en descubrir la esencia (eidos), lo universal y necesario de las cosas, dejando de lado lo que tienen de individual y mudable. Descubrir esta esencia se logra solo por medio de una intuición peculiar.

3. Reducción egológica. En ella, las esencias se refieren al sujeto, al yo que las justifica constituyéndolas. El final del proceso es una conciencia subjetiva que se descubre a sí misma como proceso que constituye el objeto.

La fenomenología devuelve a la filosofía su función humanizadora y a la cultura europea su verdadero racionalismo, porque desarrolla la razón con la que el hombre se descubre como responsable de su propio ser, de toda la acción que este realiza en su quehacer.