LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA RENACENTISTA 

Como vimos, la naturaleza es una preocupación importante en la filosofía del Renacimiento debido en gran parte, al impulso de las necesidades del desarrollo técnico. La filosofía de la naturaleza en el Renacimiento se caracteriza por un alto grado de eclecticismo y de concepciones dispersas como la magia, la astronomía, la alquimia, la propia experiencia, como también de posiciones filosóficas aristotélicas, platónicas, epicúreas y escolásticas. Sin embargo, y aunque fueron muy influyentes para la aparición y desarrollo de la ciencia, carecieron prácticamente de continuadores. Destaca la concepción de un sistema infinito, autosuficiente (naturalismo) en el que la Tierra no ocupa un lugar privilegiado. También la idea de muchos pensadores de la época – como Bruno y Paracelso – de que la naturaleza está animada, que posee una especie de alma cósmica, así todos los seres son entendidos como manifestación de este organismo. Nos acercamos de este modo al pensamiento panteísta. 

NICOLÁS DE CUSA 

Filósofo, heredero del pensamiento medieval e influenciado por el neoplatonismo. Pretende una síntesis de las diferencias. Según él, toda la realidad, que se nos muestra como un conjunto de elementos diferentes, se unifica en un ser que trasciende todas las diferencias. Este ser es Dios, que es a la vez lo máximo y lo mínimo porque en él no puede haber tamaño. Esta concepción de Dios como unidad de contrarios, le inspira la idea de la unificación religiosa de todas las Iglesias, un ideal compartido por la mayoría de los humanistas. Se trata entonces de un universo, único, infinito, sin un centro definido, eterno. Dice que cada cosa refleja la realidad entera, plasmándose así la idea de que el ser humano es un microcosmos. 

GIORDANO BRUNO 

Contemporáneo de Kepler y Galileo. Influenciado por Nicolás de Cusa, Copérnico y Cusano e influyente para Espinosa, Jacobi y Hegel. Excomulgado y quemado por la Inquisición por ser defensor acérrimo de la teoría heliocéntrica y por otros de sus pensamientos. Bruno es radicalmente antiaristotélico (concepción del universo como dos físicas diferentes, una celeste y una terrestre, además de único, esférico, perfecto y finito en espacio más no en tiempo). Concibe un universo infinito, uno e inmóvil y considera a Dios como causa interna, artífice interno de los fenómenos naturales. Afirma la existencia de múltiples sistemas solares que aparecen y desaparecen en este universo que se desarrolla como un organismo vivo. Para defender el heliocentrismo, utilizó el concepto de sistema físico según el cual un movimiento es solidario con el de aquella totalidad con la que forma un sistema. 

LA INTERPRETACIÓN DEL MUNDO EN LA CIENCIA MODERNA 

Aunque la consolidación definitiva de la ciencia moderna tuvo lugar en el siglo XVIII, ya en el Renacimiento, se pusieron las primeras piedras de este vasto edificio.
Una nueva mentalidad se construye en referencia y por superación de dos modelos de explicación ya existentes: el organicista y el mágico. Así surge un tercero, el mecanicista que concibe al mundo como una máquina y que permitirá aplicar las mismas leyes a toda la realidad física, constituyendo así único modelo de interpretación para todo el universo.
Esta explicación única no habría sido posible si no se hubiese establecido la teoría heliocéntrica. Con ella se eliminó la primacía de la que gozaba la Tierra como centro y la desaparición de los mundos sublunar y supralunar.
Nicolás Copérnico, Johannes Kepler y Galileo Galilei son los adalides de este nuevo modelo, cuyas raíces se hunden en el estudio de la astronomía. 

NICOLÁS COPÉRNICO: 
EL MOVIMIENTO TERRESTRE 

Nacido en Torún, Polonia. Tiene el mérito de haber dado el gran paso en la sustitución del Geocentrismo por el Heliocentrismo.
La teoría heliocéntrica defiende que el sol ocupa un puesto fijo y central en el universo, mientras que la Tierra y los demás planetas giran en torno a él. Esta teoría había sido ya formulada sin éxito hacia el 280 a.C. por el astrónomo griego Aristarco de Samos.
La tradición y la Iglesia , sin embargo, habían consagrado la teoría geocéntrica formulada por Ptolomeo. Esta teoría parecía más acorde con la dignidad del hombre, que como rey de la creación ocuparía el lugar central del universo.
Copérnico tomará el tratado de astronomía de Ptolomeo, Almagesto, para sus estudios. Desde allí intenta explicar coherentemente los movimientos de los astros y nace la llamada REVOLUCIÓN COPERNICANA que desaloja a la Tierra (y con ella al hombre) del centro del Universo. Esta teoría obviamente no sería aceptada inmediatamente. Admitir tal hipótesis suponía enfrentarse con el sentido común, para el que el sol parece moverse, y rechazar la interpretación literal de algunos textos bíblicos. Ello hizo que en 1616 se le incluya en el “Índice de los libros prohibidos” por considerase doctrina herética.